"Sin debate, sin crítica, ninguna administración y ningún país puede sobrevivir. Es por eso que el legislador ateniense Solón decretó que un ciudadano que escapaba de las controversias cometía un crimen. Y es por eso que la prensa fue protegida aquí por la Primera Enmienda de la Constitución. Es el único negocio protegido constitucionalmente. Y no lo está principalmente para divertir y entretener. No lo está para enfatizar lo trivial y lo sentimental. No está protegida para “dar al público simplemente lo que éste quiere”, sino para informar, para enardecer, para hacer reflejar, para mostrar nuestros peligros y nuestras oportunidades, para indicar nuestras crisis y nuestras opciones, para liderar, moldear, educar e incluso a veces, para hacer enojar a la opinión pública…"
John Kennedy
En mi casa se compra La Nación los fines de semana. Se solía mirar Telenoche, pero hace poco cambiamos el noticiero por cualquier otra cosa que esté dando vueltas, alguna película, serie, o lo que sea. A la mañana, en esa época que está próxima nuevamente, en la cual todos nos levantábamos temprano, TN era la elección (no tanto por las noticias sino más por los informes de Confesore sobre el tiempo).
Estos medios, más alguno otro que vistamos por Internet (Clarín, El País de España, etc) son los que nos mantienen “informados”.
Hace un tiempo ya que me viene pasando, que no puedo ver un noticiero sin sentir repulsión por las noticias que exponen, ya sea por la calidad de lo que informan o cómo es presentada la información. Continuamente, la televisón nos muestra lo que sucede a nuestro alrededor según la óptica de quiénes transmiten lo acontencido, en el 90% de los casos, a través de elementos melodramáticos y muchas veces apelando a golpes bajos. Estoy saturada de noticias que se suceden una y otra vez ( los robos, los accidentes de tráfico, etc.) que muchas veces reciben más exposición de la merecida, habiendo tantas otras noticias que, intereses de por medio, nunca ven la luz.
No es sólo una cuestión de qué nos muestran o nos dejan de mostrar, sino cómo lo hacen. Sin ir más lejos, un noticiero que se jacta de ser "serio" como lo es Telenoche puede parecerle objetivo a una audiencia desprevenida (sin entrar en el debate sobre si existe o no la objetividad, más allá de que sí difícilmente existe en otros ámbitos, mucho menos lo hace en los medios).
Aquella idea que me inculcaron en el secundario acerca de lograr una mirada crítica sobre las cosas es imposible sin una consulta simultánea de fuentes de información, para intentar extraerla, depurarla, y alcanzar así una opinión propia sobre lo acontecido. Al mismo tiempo, no puedo dejar de pensar que en algún punto me estoy refiriendo a un tema con cierto carácter elitista, teniendo en cuenta que a la gran cantidad de ciudadanos que no poseen sus necesidades básicas satisfechas poco les importa obtener información de calidad teniendo en mente otras preocupaciones.
En resumen, odio los medios. Si no fuese por Mery Zeballos, que me mostró otras alternativas, este año estaría comenzando mis estudios para unirme a la lacra de los periodistas, en lugar de las sanguijuelas de los abogados.
Continuará...
S.