Cuando estaba en, digamos, segundo grado de la primaria, los chicos de séptimo grado me parecían inalcanzables. Me sentía tan chiquita comparada con ellos, “los más grandes del patio”, que me repetía mentalmente “Nah, yo nunca voy a llegar ahí”. El tiempo pasó, y una vez en séptimo, todos los grados de los escalones más abajo poco me importaban comparados con los de 9º, los “adolescentes” oficiales del EGB. Cuando estaba en 9º (año vago si los hay, eso sí que era no hacer nada) sólo había tres cosas que ocupaban mi mente: las fiestas de 15 (incluida la mía), el viaje de egresados a Pto. Madryn (ser los más grandes, y todo lo que eso conllevaba) y el futuro polimodal.
Una vez en 1º año de polimodal, miraba embelesada a los de 3º, sus cantos por su viaje de egresados, guerras de espuma en el colegio, el micro que todos los sábados salía de la Shell que los llevaba a bailar a capital. Ellos eran de las viejas camadas de la EAO, los vestigios de épocas donde la EAO era un colegio “top”, que ya desde 2º año iban a bailar a capital, y no a cualquier bolichongo: a Ku, Mint, Caix, Pachá…eran días en los que esos nombres para nosotros nos transportaban a lugares de gente “grande”, que pensábamos que nunca íbamos a pisar. Tus conocidos de capital, mientras tanto, sentían lo mismo que vos, y te miraban con cara rara cuando les decías que aún sin tener 18 años, vos en provincia pasabas a cualquier lado.
Ya en tercero, organizabas fiestas con tus compañeros, te importaba poco y nada el resto del colegio (y el colegio en sí) y tenías una mezcla confusa de sentimientos: el de no querer abandonar nunca tercer año, y el de querer estar ya en la facultad.
Pasó el tiempo, Bariloche, la fiesta, el secundario, llegó el verano con amigas, donde conociste todos los bares habidos y por haber de Mar del Plata: Alem, Irigoyen, calles que conocías como la palma de tu mano, e incluso cuando te proponías no salir para aprovechar el día, levantarte temprano e ir a la playa, terminabas acostándote a las cinco de la mañana.
Y ahora, aunque la adaptación al nuevo estilo de vida sea un poco rara… está buenísimo. Seguís teniendo las mismas disyuntivas pelotudas que hace un par de años, no es que te abunden las responsabilidades, pero no podés evitar sentirte distinto a como te sentías en el secundario. No hay boliche que te parezca demasiado lejano, es una suerte de crecimiento, esos lugares que te parecían inalcanzables, son los mismos en los cuales pasas tu fines de semana, o no: conociste otros que son increíbles, y te preguntas por qué pasó tanto tiempo hasta que fueras a esos lugares.
Eventualmente, al primerizo facultativo le llega la época de abstinencia de las salidas: la de los parciales. ¿Viste eso que todo el mundo te decía que te iba a pasar en la facultad al principio, que te ibas a dejar estar con la lectura y esas cosas? Sí, efectivamente eso te pasó: dos semanas antes del primer parcial, querías darte la cabeza contra la pared, maldiciéndote por haber boludeado tanto tiempo en vez de adelantar lectura. Al mismo tiempo, pareciera que todos tus amigos se complotaran para decirte “Venite a tal fiesta, no sabés qué buena que va a estar!” y vos negándote, con la cabeza partida al medio y deseando un merecido descanso. ¿Habría acaso consuelo alguno? Ver que es sábado a la noche, y que de los 30 boludos que tenés conectados, 25 son de la facultad, en cuyos nicks se lee “estudio”, “leyendo”, etc. O bien, compararse con los de Garay (nuestros hermanos que odiamos, de alguna manera) que cursan siete materias por cuatrimestre y apenas si tienen tiempo para tener vida extra facultativa, salvo los viernes que ya son clásicos en Chic.
Tu resolución pasada la temporada de parciales: la próxima vez salgo, tenga que rendir o no. ¿Por qué? Por que caíste en la cuenta de que el año que viene cumplís veinte años. ¡Veinte! ¿Y cuánto tiempo te queda de salidas sin responsabilidades, sin novio, ni trabajo? Vos que pensabas que el secundario estaba lejano, ni pensar en la facultad…ya estás en primer año y hay cuatro parciales que te miran con fecha y hora asignada desde la agenda y se cagan de risa… Y cómo no se te va a escapar, “la puta, ya veinte…qué bueno sería volver a tener 16…pero ojo, por que con 16 no podría entrar a ninguno de los lugares a los que voy ahora, ni estaría en la facultad…” Irremediablemente, concluís que es necesario, cuasi obligatorio, aprovechar estos años de salidas al máximo, por que ésta juventud que estás viviendo no es eterna como la ideabas en el secundario.
¡Dios bendiga los 18!
S.
Cronología salidística (para cortar con la politicidad de este blog)
Publicado por Sole en 18:13 Etiquetas: Cualquier cosa, Universdad
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2 comentarios:
muy bueno che,
pura realidad
y a mi me falta para los 20
en octubre :)jaja
dos decadas,
suena mas viejo asi viste?jaja
la puta que te parió :P
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